Como parte de la enseñanza pastoral, los coordinadores ofrecieron dos alternativas a sus catequistas en los recientes cursos de verano, la primera denominada “catequesis para personas en situación de discapacidad” y la segunda “espiritualidad y ejercicio del catequista”.

 La iglesia en su función integradora recibe a todos los que desean conocer a Jesús y seguir su modelo de vida y es allí donde se inicia el servicio de un catequista, por ello, durante el curso de verano dedicado a las catequesis especiales, sus participantes nos cuentan qué los motivó a participar.

Ximena Valenzuela, recuerda que se incorporó nuevamente en la escuela de verano, por su agrado de trabajar con niños con discapacidades, además de tener un hermano con capacidades diferentes.

El matrimonio colombiano, Ayza Quiroga y Cristian Saavedra, nos cuentan que “veníamos a otro curso para catequesis de confirmación y en nuestra parroquia nos recomendaron asistir a este curso, pero creo que Dios nos colocó acá”.

El catequista debe ser empático, flexible, paciente, cariñoso y creativo, porque en muchos casos, el entusiasmo de los niños especiales por asistir a las catequesis, permite que su familia y padres retornen de nuevo a la iglesia, comenta el diácono Sergio Pachecho, facilitador del curso.

Otro numeroso grupo, se sumó al curso “espiritualidad y ejercicio del catequista” impartido por el sacerdote Alexis San Martín, quien los invitaba a reflexionar ¿Cómo me relaciono con Dios? para pasar de una fe heredada, a una fe abrazada, comprendida y madura.

“La acción catequizadora va apuntada a personas concretas, donde el tema toca e ilumina su vida. Teniendo un espíritu de servicio, el catequista podrá detectar las necesidades del hermano fiel a su vocación”, recalcó el padre San Martín.

Los cursos de verano se realizaron desde el 2 al 11 de enero en las instalaciones del colegio Polivalente Domingo Matte Mesías en Puente Alto.

 Redacción y fotografía: María Virginia Matheus Gotera