“¡Ánimo, no están solos!”



Saludo a los Catequistas de Chile

 “Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!” 
 

Estimadas y estimados catequistas de Chile:


Con los ecos del saludo de Pascua aún resonando en nuestros corazones, reciban un saludo afectuoso de sus hermanas y hermanos miembros de la Sociedad Chilena de Catequetas (o SOCHICAT). Pedimos al Señor que les dé salud, así como también serenidad, en esta desafiante hora que estamos viviendo a propósito de la epidemia mundial del Coronavirus. 

Quizás a alguien le llame la atención el nombre de nuestra agrupación. La Catequética es un área de la Teología Pastoral en la cual se estudian los diversos aspectos involucrados en  la  catequesis.  A  quienes  tienen  esa  formación  sistemática  se  les  denomina “catequetas”. 

En  2008  un  grupo  de  personas  con  esa  formación  fundamos  este  grupo.  Desde entonces, hemos realizado encuentros anuales para discutir diversos asuntos acerca de la catequesis que se ofrece en Chile, y para apoyar, a veces, a la Comisión Nacional de Catequesis de la Conferencia Episcopal. 

Aunque somos distintos (mujeres y varones; laicas/os, religiosas/os y presbíteros), tenemos una vocación común: estudiar la catequesis para formar a los catequistas y ofrecer  sugerencias  fundamentadas  a  los  obispos.  Así,  nuestro  servicio  se  une  al  de ustedes para crear una gran red, gracias a la cual podemos brindar una mejor catequesis a los adultos, jóvenes, niños y adultos mayores que se acercan a nuestras comunidades. 

¿Por qué este mensaje? Primero, porque ya se acerca el Día del Catequista, y en esta ocasión queremos ser los primeros en darles a ustedes nuestro saludo agradecido por el bello servicio evangelizador que realizan. Pero también quisimos escribirles debido a la difícil situación que estamos enfrentando por el Coronavirus, un hecho único en nuestra historia que va a afectar muy fuerte a nuestras catequesis. 

Es cierto, estamos viviendo los primeros impactos de este fenómeno, y aún no logramos imaginar todas sus consecuencias. Pero, al reunirnos hace unas semanas, los miembros de SOCHICAT conversamos sobre lo que han hecho algunos catequistas y lo que están haciendo algunas comisiones diocesanas de catequesis. Y en esto hemos percibido varios signos esperanzadores y algunos preocupantes. Eso queremos compartirlo ahora con ustedes. 

 

¿QUÉ HEMOS VISTO Y ESCUCHADO? 

En primer lugar, hemos sido testigos de la creatividad que ustedes demuestran, especialmente en la elaboración de subsidios. ¡Cuánto material han inventado! Fichas y guías de cómo vivir desde la fe esta experiencia de estar confinados en casa, oraciones familiares, liturgias, reflexiones, retiros, etc.  Les hemos visto con entusiasmo, con ganas de comunicarse y de seguir formando a través de los medios que tienen a su alcance. Muchos han seguido de cerca a sus adultos, jóvenes o niños para saber cómo están. En algunos lados, por ejemplo, han creado instancias de ayuda a quienes han perdido su trabajo. Sí, se nota que la gran mayoría de ustedes le dedica tiempo, energías y corazón a la catequesis. 

Pero también nos hemos percatado de ciertos hechos en sentido contrario. Por una parte, ha quedado en evidencia la escasa capacitación digital de algunos catequistas, así como la falta de las condiciones técnicas para contactar a los catequizandos (notebooks, celulares, Wi-Fi, espacio físico, silencio, etc.). Y, por otra parte, se ha notado la insistencia exagerada por hacer las reuniones bajo el formato de siempre (aunque sea a distancia); por enviar subsidios sólo para leer, o para participar de misas “en línea”, muy ansiosos por la fecha en que se van a retomar las reuniones. Con eso pierden la oportunidad de privilegiar la cercanía afectuosa con los catequizandos, para escucharlos con serenidad (en especial sus cuestionamientos a la fe, a la Iglesia y a Dios mismo, que a veces surgen desde la angustia y la rabia), y 
responderles amablemente desde una fe bien cultivada. 

UNA PROPUESTA DE INTERPRETACIÓN 

Tras tanto signo positivo como los que mencionamos, es evidente la acción del Espíritu Santo que mueve a la Iglesia. ¡El mejor signo son ustedes, su vocación de catequistas y los frutos de su acción! 

Pero también nos preocupan algunas señales de la dificultad de escuchar o de ser dóciles al Espíritu. Por ejemplo, en las respuestas de algunos catequistas a ciertas preguntas que les han planteado los catequizandos (“¿Dónde está Dios?” o “¿Esto es un castigo?”) percibimos una visión alejada de la fe cristiana, pues hay respuestas que carecen de esperanza o miran sólo las amenazas, sin percibir en esta pandemia la presencia de Dios y las oportunidades que existen.  

También creemos que hay cierto número de catequistas que son más “instructores” que “acompañantes”. Las personas buscan ser acogidas y acompañadas, y parece que algunos catequistas no saben 
la importancia que tiene el hecho de simplemente estar con otros, como presencia serena y atenta, sin necesariamente hablar de algo “religioso”. Aunque, siendo justos, puede que no se sienten 
habilitados para eso porque en su vida de fe tampoco han sido tratados de esa manera.  

En especial, es preocupante que algunos catequistas no entiendan que a Jesús también lo encontramos en la lectura meditada de la Biblia y en las demás personas (especialmente en quienes sufren), y que no tiene sentido la insistencia desmedida en promocionar las misas “en línea” sin oración personal. Más que el deseo de encontrarse con Jesús en los sacramentos, se intuye una comprensión casi “mágica” de sus ritos. 

Además, algunos catequistas, con años de servicio, parece que no comprenden, por ejemplo, que, por ser bautizados, tienen el derecho y el deber de ejercer su sacerdocio común, sin necesidad imperativa de esperar la presencia de un presbítero. Otros tampoco han ahondado en su vocación laical. Eso es claro cuando esperan de modo pasivo que los responsables les indiquen qué deben hacer y cuándo. Falta más y mejor formación catequística, ¿no? 

CERTEZAS QUE NO HAY QUE PERDER DE VISTA 
En esta turbulenta época de crisis, de amenazas, pero también de oportunidades, nos hará muy bien tener en la mente y en el corazón ciertas convicciones, a fin de mantener el rumbo. Estas son algunas. 

  • La fe se alimenta también con la oración y la meditación de la Biblia. En tanto la autoridad no nos permita reunirnos a celebrar la Eucaristía, fortalezcan su vida de fe con la lectura serena de la Biblia, en especial de los evangelios, así como con la oración (si fuese en familia, mejor aún). La Liturgia de las Horas, especialmente Laudes y Vísperas, es una gran escuela de oración litúrgica a la luz de la Palabra.  
  • Es necesaria la formación constante. No pierdan ocasión de seguir cursos de formación inicial y de capacitación en cualquier área relacionada con la catequesis, o de mantenerse como buenos lectores de cualquier tema pertinente en el área; eso les evitará caer en la rutina que aburre y aleja a las personas. 
  • La catequesis es más acompañar que instruir. Insistimos en que es muy importante la actitud dialogante y de escucha a los interlocutores tales como son, con sus penas y alegrías. Esto requiere flexibilidad en los catequistas para atender a las necesidades afectivas, materiales y espirituales de sus interlocutores, evitando la tentación de seguir rígidamente un programa o manual. Entiendan esto: para sus interlocutores, que ustedes demuestren interés en sus vidas, ¡vale oro! Y, por otra parte, cuiden la vida fraterna de su comunidad cristiana. Contacten con frecuencia a los demás catequistas y pregúntenles cómo se sienten, qué necesitan, cómo organizarse mejor en su propio lugar.  
  • La fe cristiana tiene respuestas para las situaciones límite de la vida. Para eso, será bueno estudiar más cómo la fe en Jesús explica el sentido del sufrimiento, de la muerte y la vida eterna. Y (¡atención!) va a ser necesario prepararse para una época de grandes desafíos sociales en Chile. Dentro de poco tendremos que hacer catequesis a personas muy afectadas por la inestabilidad laboral y por las discusiones respecto al probable cambio constitucional.
  • Nuestra vida ha de reflejar el mensaje que proponemos. La catequesis tiene como punto de arranque el kerygma, es  decir,  el  anuncio  alegre  e  interpelador  de  Jesús  Resucitado.  Pero  (y  esto  es  dramático),  cuando  proponemos  el Evangelio, parece que no convencemos. ¿Será que no usamos un lenguaje comprensible por nuestros interlocutores? ¿Será que hablamos mucho, sin mostrar un estilo de vida atractivo? 
  • Estudiemos  el  profundo  cambio  sociocultural  que  vive  nuestro  país.  A  lo  más,  a  veces  se  dice  algo  sobre  los cambios  sociales,  pero para  decir  lo mismo,  con lenguaje  repetido  sin pensar  y mirada  piadosa.  ¿No  estaremos  ofreciendo  la catequesis  a  personas  que  ya  no existen en la vida real o tratando de convencer sólo a los ya convencidos? 

 

CAMINAMOS JUNTOS 

Muchas cosas más quisiéramos compartirles, pero ya nos hemos extendido bastante con este saludo. Sólo nos queda felicitarles por el gran bien que hacen a la Iglesia en Chile mediante su servicio alegre y silencioso. Gracias a ustedes las nuevas generaciones de cristianos pueden iniciarse en la fe, y las demás hermanas y hermanos pueden seguir profundizando en la novedad del Evangelio. 
Sepan que estamos a su servicio y que intentamos hacerlo obedientes a la voz del Señor que, en el estudio de la catequesis, nos ofrece un camino concreto para  seguir  sus  pasos. Junto  a  ustedes,  también  nosotros,  miembros  de  SOCHICAT,  le decimos a Jesús: “Señor, ¿a dónde iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68).  
 

A nombre de todos los integrantes de la Sociedad Chilena de Catequetas, 
 
Javier Díaz Tejo – Presidente 
Hno. Enrique García Ahumada, F.S.C.– Presidente Honorario 
13 de mayo de 2020


Documentos:
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