“Dios no quiere el término de la vida, al contrario, quiere darnos vida en abundancia”





“Catequesis para tiempo de dolor y sufrimiento” fue unos de los cursos que ofreció el Departamento de Catequesis, a cargo de Celmira de la Parra y Daniel Morales

No podía faltar en la Escuela Arquidiocesana 2021, un curso que invitara a la reflexión en tiempo de dolor y sufrimiento, para darle un sentido de esperanza cristiana, desde el ámbito de la catequesis a estos eventos que estamos viviendo.


Celmira de la Parra, Coordinadora de Formación del Departamento de Catequesis, nos dijo:“habíamos querido hacer algo sobre este tema durante el año, pero no habíamos tenido el espacio”

Celmira junto con Daniel del Departamento de Catequesis, planificaron el curso y diseñaron las sesiones. “Puse mi corazón y todas las ganas”, comenta Celmira. Además, reconocen y agradecen a Sara Pérez, de la Zona Sur, su apoyó con el manejó la plataforma, lo que fue una gran ayuda.

Fueron cinco sesiones, en las que se buscó mirar la crisis sanitaria desde la fe, “hay muchas explicaciones para lo que está ocurriendo: científicas, ecológicas, políticas, económicas, sin embargo, falta mirar esta situación desde la perspectiva de la fe. Es entonces cuando acudimos a una serie de reflexiones de diferentes personas que han hecho un aporte en ese sentido”, agregó Celmira. El equipo recurrió a textos de diversos autores, entre los que se encontraban Víctor Covina SJ, Leonardo Boff, Pablo D’Ors y el papa Francisco. Estos materiales, comentó Celmira, “forman parte de lo que llamamos “autocatequesis”, es decir, el ejercicios cristiano que por sí mismo busca hacer resonar la Palabra y la sabiduría cristiana en su vida. 

“Para el mundo, con la muerte se termina todo, pero desde nuestra fe, desde la escatología, afirmamos todo lo contrario. Vivimos con las secuelas del pecado; Dios no quiere el término de la vida, al contrario, quiere darnos vida eterna. Esto nos hace mirar el más allá llenos de esperanza”.En este sentido, la pandemia puede presentar una oportunidad según Celmira, dado que: “podemos aprovechar este tipo de acontecimiento para mostrar la capacidad de la fe dar luz sobre la trascendencia. La vida no es un paso, sino un punto de llegada. Dios es un juez, pero un juez con el corazón lleno de misericordia. Sin fe, es difícil tener esperanza: tendríamos que dar crédito a que no hay nada”. 

Entre varios temas, se trató la muerte, el sufrimiento, el sentido de la vida y lo que hay más allá de la muerte, y la resurrección. “Hicimos una miarad sobre la humanidad antes de la crisis, y en medio de ella cómo esta situación nos ha tocado remecido, nos ha hecho ser solidarios y darnos cuenta que necesitamos unos de los otros. Nos ha hecho darnos cuenta de lo importante que son las cosas que habíamos dejado de lado, como la familia, el estar juntos, el abrazo, la tomada de manos”. 

Todos los que participaron, afirmó Celmira, habían sido tocados por la pandemia muy de cerca. “Para dar una respuesta a la muerte de alguien, tú tienes que hacer una síntesis propia”; por ejemplo, uno de los temas se títulaba:¿Dónde está la abuela?, y una de las asistentes había perdido a su abuela hace muy poco tiempo, y compartió que después de conversarlo, la pena se le tradujo en paz. “Eso te llena el alma”, relató entusiasmada Celmira, “Uno pone lo mejor al servicio de Dios, y el Señor hace el resto”. 

En este sentido, vale la pena mencionar que para los participantes era muy importante el diálogo, “A pesar que todo esto nos ha tocado muy de cerca, no es fácil conversar estos temas. Por eso hicimos grupos de a cinco u ocho personas, y en los diálogos encontraban respuestas para ellos mismos, y para responder a las preguntas de los que acompañaban en la catequesis”.

El número de participantes variaba cada día. Los catequistas se unían de todas partes. Una joven del área de la salud se conectaba yendo a trabajar mientras manejaba; otro participante lo hacía desde su labor como conserje. La modalidad permitió que se sumaran personas que de otra manera, no hubiesen podido participar. “Se dio un ambiente muy fraterno, muy de catequistas”, nos comparte la formadora.

Después de esta ocasión tan enriquecedora se abren muchos desafíos. Celmira enumera algunos: “seguir entregando posibilidades de reflexión en torno a lo que nos acontece; reforzar los temas escatológicos; acompañar a los catequistas, que tienen mucha necesidad de esto, entre otros”.

¡Felicitamos a Celmira, Daniel y todos los participantes por haber culminado esta instancia de reflexión y formación! ¡A seguir formándose, catequistas!

 

 






  
  

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