Si se retorna la mirada hacia la niñez, para muchos sus primeras catequistas fueron sus madres, las abuelas, alguna profesora especial o una vecina cuidadora. Seguramente, el aprendizaje de las primeras oraciones fue en compañía de alguna de ellas. Y es que pareciera ser que el rol de dar testimonio de Fe y evangelizar surgiera naturalmente en las mujeres, como un acto de amor.

En el mundo, hay más de tres millones de catequistas donde más de la mitad son mujeres, lo que demuestra la presencia activa de ellas en las diversas comunidades católicas. Al respecto, Isabel Martínez encargada de Catequesis Zona del Maipo, señala que “en los relatos bíblicos siempre encontramos ejemplos de mujeres catequistas. Tenemos a Verónica que enjuga el rostro de Jesús camino al calvario, tenemos a las mujeres que van al sepulcro y que van después dando la noticia y a María, quien es nuestro ejemplo de misericordia, de reflexión y de sencillez. Nosotras estamos siempre dispuestas a evangelizar y entregar con cariño el mensaje del señor. Nosotras somos los pilares de nuestra iglesia, nosotras estamos ahí siempre, apoyando, colaborando”.

Tal como indica Isabel, las mujeres siempre están ahí, colaborando, apoyando, acompañando, acogiendo, surgiéndoles esto como algo natural. En las mujeres se encarnan la ternura, la maternidad, la entrega y la fuerza y la catequesis les fluye porque ante todo es un acto de amor. En este sentido, Verónica Escanilla, Coordinadora de la Catequesis Familiar de la Parroquia Nuestra Señora de la Visitación agrega que “como mujeres somos las mayores transmisoras de la Fe, no solo en nuestra comunidad, sino que en nuestra familia y nuestro entorno”.

Y es que, a todos los rasgos antes mencionados, también la empatía y la resiliencia se suman como aspectos predominantes que sostienen la labor de la catequesis. En este sentido, Katia Soto, del Equipo Catequesis Zona Oeste, profundizó sobre esto y agregó que “la resiliencia se refleja en las catequistas coordinadoras porque son mujeres valientes y esforzadas y que a pesar de que muchas veces sufren en sus vidas distintas realidades, son capaces de acompañar a otras, tratando de encontrar el sentido de Dios en medio de todo esto. Y la empatía se manifiesta porque muchas de ellas son pilares en su familia, como madres y cuidadoras al acompañar otras realidades, mostrando así el rostro misericordioso de Dios que invita a un camino discipulado, acogiendo las diferentes realidades sin discriminar”.

Las cifras lo indican y no es ninguna novedad decir que, en la catequesis, como en otros servicios pastorales, la participación de la mujer es predominante. Las mujeres catequistas sostienen estas pastorales en todas las parroquias y comunidades de Chile. A pesar de ello, sabemos que, como en distintos ámbitos de la vida, queda mucho por avanzar en respeto, en dignidad, en participación, en igualdad y apertura de espacios. Y aunque el Papa Francisco puso de manifiesto la presencia activa de las mujeres, aún queda mucho por hacer y es un desafío diario.

No hay duda de que las mujeres continuarán con su rol natural de formar, de acoger, enseñar la fe y luchar por los espacios, sin embargo, los nuevos tiempos requieren también cambios estructurales que acojan a la mujer y la incorporen sin mediar diferencias.