En el evangelio que leemos y escuchamos este domingo, Jn 4,5-42, se refiere al diálogo de Jesús  con  la mujer samaritana junto al pozo. Jesús le ofrece un manantial de agua, de alegría, de vida. En esta escena reconocemos que Jesús vino a perdonar a los pecadores, a curar a los enfermos, a salvar, no a castigar, a buscar a quién se ha alejado de él.

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