En el Evangelio de este domingo 21 de julio, la catequista Jacqueline Gutiérrez de la Zona Oeste nos invita a reflexionar sobre un pasaje en el que los apóstoles regresan para reunirse con Jesús, compartiendo con Él todo lo que habían hecho y enseñado. Ante la multitud constante que les seguía, Jesús les sugiere retirarse a un lugar desierto para encontrar tranquilidad y espacio para la oración.

Este momento en la vida de Jesús subraya la necesidad de buscar momentos de conexión íntima con Dios. Jesús, a pesar de su naturaleza divina, siempre buscaba lugares tranquilos para orar y mantener su relación con el Padre. Esta práctica no solo es un ejemplo, sino una invitación directa para nosotros. Como menciona Jacqueline Gutiérrez, “si Dios lo hace, nosotros también podemos”.

La oración es presentada aquí como una herramienta esencial para el crecimiento espiritual. No es solo un acto ritual, sino un medio profundo para comunicarnos con Dios, para los catequistas y padres de catequesis, quienes desempeñan un rol crucial en la formación espiritual de los jóvenes. La insistencia de Jacqueline en este punto es clara y repetitiva, enfatizando que “la oración es la mejor forma de tener ese crecimiento espiritual junto a Dios”.

En un mundo lleno de distracciones y constantes demandas, este evangelio nos recuerda la importancia de encontrar nuestro propio “lugar desierto”, un espacio donde podamos desconectarnos del bullicio y reconectarnos con lo divino. Jesús nos muestra el camino, y como sus seguidores, estamos llamados a seguir su ejemplo para nutrir nuestra espiritualidad y fortalecer nuestra fe a través de la oración.