La Multiplicación de la Fe: Reflexiones sobre el Evangelio de Álvaro Castillo



El catequista de la Zona Oeste de la parroquia Cristo Resucitado de Maipú nos invita a ver la Eucaristía como un acto de entrega y multiplicación, y nos llama a poner lo que tenemos al servicio de la comunidad, recordando el ejemplo de grandes santos.

Este domingo 28 de julio, el catequista Álvaro Castillo de la parroquia Cristo Resucitado de Maipú compartió una profunda reflexión sobre el Evangelio, enfocándose en dos aspectos cruciales: la prefiguración de la Eucaristía y la colaboración comunitaria en la obra divina.

El catequista señala que el Evangelio de hoy es un claro anuncio de la Eucaristía, recordándonos que Jesús se presenta como el pan bajado del cielo, que se entrega y multiplica cada día en la Santa Misa para alimentar al pueblo de Dios. “En esta lectura, de un mismo pan comemos todos, lo que nos indica que es Él mismo quien se entrega y multiplica”, explica. Este acto de comunión y entrega diaria es una luz que guía a los fieles en su vida espiritual.

Por otra parte, Álvaro destaca que Dios no actúa solo, sino que invita a su pueblo a participar en su obra. Citando el Evangelio, menciona cómo Jesús pregunta a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman estos?”, a pesar de que ya sabía lo que haría. Esta pregunta refleja la espera de Jesús por nuestra colaboración, enfatizando que incluso lo poco que tenemos es valioso cuando lo ponemos al servicio de la comunidad.

“Así como Andrés identifica al niño con cinco panes y dos peces, nosotros también podemos pensar qué podemos hacer en un mundo tan necesitado. Podemos sentir que no tenemos nada significativo que ofrecer, pero, como nos recuerda el Papa Francisco en la Jornada Mundial de las Misiones, debemos evangelizar y ofrecer lo que tenemos, aunque sea poco”, afirma Castillo. Es en esta entrega, aunque sea mínima, donde Dios puede obrar milagros.

El catequista cita ejemplos de grandes santos que, con humildes comienzos, lograron obras grandiosas. “El Padre Hurtado, con su lema ‘dar hasta que duela’, fundó el Hogar de Cristo con pocos recursos. San Francisco de Asís, un hombre sencillo, reformó la iglesia sin grandes estudios. Santa Teresa de Ávila, una mística y reformadora, fundó las carmelitas descalzas, y la Madre Teresa de Calcuta presentó a Cristo entre los pobres, enfermos, huérfanos y moribundos sin nada más que su fe y dedicación”.

La reflexión concluye con un llamado a entregar lo que tenemos, sean nuestros errores, pecados o corazones confundidos, al servicio de Dios y la comunidad. “Deja que Dios actúe y haga el milagro”, anima Castillo, recordando a los fieles que incluso lo poco puede ser transformado en mucho por el poder divino.

Así, Álvaro Castillo nos recuerda que la fe no se mide por la magnitud de lo que tenemos, sino por nuestra disposición a entregarlo al servicio de Dios y de la comunidad.





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