Este 10 de agosto, la Iglesia celebra el Día del Diaconado Permanente en honor a San Lorenzo, patrono de los diáconos. En esta fecha especial, se reconoce la labor de aquellos hombres que, junto a sus familias, dedican su vida al servicio de la Iglesia. Entre ellos, Rafael José Díaz Agurto, diácono permanente de la Parroquia San Carlos Borromeo en Puente Alto, cumple 24 años de entrega al diaconado, acompañado de su esposa, María Albornoz Gajardo, con quien comparte 50 años de matrimonio, 5 hijos y 9 nietos.

“Ser diácono no es solamente una opción personal, sino una opción que se toma en familia, junto a tu esposa y tus hijos,” afirma Rafael Díaz. Para él, el diaconado es una respuesta al llamado de Dios, un llamado discernido a través de la oración y el acompañamiento espiritual. “Estuve trabajando en la catequesis familiar por 20 años y desde ahí nació aquella inquietud, aquello que muchas veces llamamos el llamado,” relata Rafael, evidenciando la profunda conexión entre su vida familiar y su vocación pastoral.

Rafael Díaz ha vivido numerosas experiencias significativas en su camino diaconal, pero una de las más memorables ocurrió cuando fue llamado a bautizar a un recién nacido gravemente enfermo en un hospital. “Recuerdo la alegría y el gozo de ver a ese niño resurgir en la vida y volver a los brazos de su madre,” comparte con emoción. Este momento encapsula el espíritu de su ministerio: el amor en acción, la apertura a los demás, y la dedicación a acompañar a las familias en los momentos más difíciles.

En el Día del Diaconado Permanente, Rafael envía un mensaje a quienes han considerado esta vocación: “Escuchen esa voz interior, que es la voz de Dios que les pide amar en profundidad, como Él. Abran los brazos para recibir a aquellos que vienen a ustedes.” Su vida y su testimonio son un recordatorio de que el diaconado es un ministerio de amor y servicio, profundamente enraizado en la fe y el compromiso con la comunidad.