Por: Daniela Loyola Dart
creandointerculturalidad@gmail.com

Hoy  en  día  estamos  viviendo  una  pandemia  que  nos  posibilita poder reformular nuestro modo de estar y de  ser,  reformular  el  modo  de  como  compartimos  los  saberes, como se llevan a cabo las políticas públicas, las  relaciones  humanas,  nuestro  modo  de  estar  en  el  campo  laborar,  está  siendo  un  tiempo  cambio.  Pero  también,  ha  sido  un  tiempo  en  que  se  ha  visibilizado  mucho más las desigualdades sociales y esto ha estado  presente  en  todos  los  ámbitos;  salud,  educación,  vivienda,  trabajo,  mercado,  cultura,  etc.    En  este  sentido,  ¿qué  papel  juega  la  interculturalidad  en  este  tiempo  de  Pandemia?,  a  mi  punto  de  vista  bastaste,  pero  quiero  plantearlo  desde  el  campo  educativo,  muchos de nuestro niños, niñas y adolescentes les ha  toco  aprender  a  la  distancia  con  mayor  o  menor  dificultad,  quizás  con  más  exigencias  que  en  tiempo  normales.  Dentro  de  esta  realidad  los  niños,  niñas  y  adolescentes haitianos han tenido que hacer un doble  esfuerzo comprender los contenido desde un idioma no  muy cercano a ellos como es el español, así como los  adultos  responsable  se  ven  en  ocasiones  limitados  en  ayudarlos en sus tareas por temas idiomáticos, es ahí  donde  las  institución  educativa  tendría  que  tomar  mayor  atención  de  cómo  hacer  llegar  los  materiales  educativos a todo el universo cultural que convive en la  escuela o colegio.   

Esto implica  un  desafío  significativo  y  donde  el  paradigma intercultural puede colocarse al servicio de  la  educación,  por  ejemplo  realizar  prácticas  interculturales como; traducción de materiales en creol  en  las  diferentes  asignaturas,  generar  espacios  educativos  para  el  intercambio  cultural  de  los  estudiantes,  orientar  a  los  adultos  responsables  de  cómo  realizar  las  tareas  de  sus  hijos,  sus  nietos  y  sobrinos, entre otras prácticas.

La interculturalidad nos conduce y esta de la mano con  los derechos humanos, no se puede pensar un espacio  intercultural  sin  contemplar  a  toda  la  diversidad  que  convive en un mismo territorio, y cómo ésta interactúa  entre  sí.  Bajo este  paradigma  nuestras  prácticas  educativas  se  transforman  al  considerar  la  particularidad  cultural  de  cada  estudiante,  familia,  docentes, asistentes de la educación, directivos, dupla  psicosocial, administrativos que compone la comunidad  educativa. 

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Este es el primer artículo de la edición número 5 (año 2020) del boletín IGLESIA MIGRANTE, preparado por el Departamento de Movilidad Humana de nuestro Arzobispado.
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